Los planetas son fuentes de luz muy tenue en comparación con
sus estrellas. En longitudes de onda visibles, por lo general tienen menos de
una millonésima del brillo de su estrella madre. Es sumamente difícil detectar
este tipo de fuente de luz tenue, y, además, la estrella madre tiene una luz
deslumbrante que casi lo hace imposible.
Por las razones expuestas, los telescopios han fotografiado
directamente no más de una decena de exoplanetas. Esto sólo ha sido posible
para planetas que son especialmente grandes (por lo general mucho más grande
que Júpiter) y muy distantes de su estrella madre. La mayoría de los planetas
con imágenes directas también son muy calientes, por lo que emiten una intensa
radiación infrarroja, entonces las imágenes han sido hechas en infrarrojos en
vez de longitudes de onda visibles, con el fin de reducir el problema del
resplandor de la estrella madre.
Por el momento, sin embargo, la gran mayoría de los planetas
extrasolares conocidos sólo han sido detectados a través de métodos indirectos.
Los siguientes son los métodos indirectos que han demostrado ser útiles:
Velocidades radiales
Este método se basa en el efecto doppler. El planeta,
al orbitar la estrella central, ejerce también una fuerza gravitacional sobre
ésta de manera que la estrella gira sobre el centro de masa común del sistema.
Las oscilaciones de la estrella pueden detectarse mediante leves cambios en las
líneas espectrales según la estrella se acerca a nosotros (corrimiento hacia el
azul) o se aleja (corrimiento al rojo). Este método ha sido el más exitoso en
la búsqueda de nuevos planetas, pero sólo es eficaz en los planetas gigantes
más cercanos a la estrella principal, por lo que sólo puede detectar una leve
fracción de los planetas existentes.
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